mirada

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viernes, 10 de mayo de 2013

Mi primer viaje

Iglesia de 1773
Iglesia de Barrio de la Puente - 1773
Hice el primer viaje de mi vida, desde un pueblecito de la Omaña leonesa, patria de los homus manium (hombres dioses, según los romanos) hasta el  mismísimo Madrid. Era un crudo mes de invierno y estoy casi seguro que la nieve cubría las montañas y hacía un frío terrible en aquel recóndito valle omañés. A pesar de ello, toda la travesía transcurrió en el más confortable de los vehículos posibles, pues viajé siempre en el regazo de mi madre.

Muy de mañana ya estaba preparado el carro tirado por vacas que nos debía transportar vereda abajo del río Vallegordo, un viejo camino de tierra que a su derecha estaba adornado con altos chopos y verdes salgueiros creciendo sin control a la orilla de los prados,  mientras que  a su izquierda  los brezos,  urces y escobas del bajo monte trazaban un contraste de llamativos colores.  Apenas nueve kilómetros de lento caminar al ritmo pausado de las bestias, demoraban tres o cuatro horas  hasta llegar a la única entrada y salida del valle, donde confluía nuestro pequeño río truchero de aguas cristalinas, con el río Omaña, que nacía en la Sierra de Gistredo, al pie del Tambarón y que, además  de ceder su nombre a la comarca, en tiempos de los romanos ya era conocido como fuente de dorada riqueza para los bateadores de oro que buscaban el preciado metal.

Como una especie de puerta hacia una civilización más avanzada, dejamos atrás nuestro querido Valle Gordo y cruzamos el exiguo puente sobre el río Omaña, construido a base de cemento y piedra  a principios del siglo XX por Don Manuel Rodríguez, dueño por aquel entonces de los almacenes Rodríguez, en la calle Serrano de Madrid, para llegar a la Venta de Aguasmestas.

Venta de Aguasmestas 1958 - Foto por Virgilio
Allí descargamos las maletas y bultos de nuestro equipaje y se despidió de nosotros el bueno de mi tío y padrino Aníbal, para desandar  el largo y tortuoso sendero con su carro y sus vacas de vuelta a casa. Tengo que reconocer la bendita paciencia que mi tío demostraba caminando con paso lento, siempre por delante del carro y conduciendo a los animales que obedecían sin rechistar con su larga y puntiaguda hijada. Esta herramienta  consistía en una vara rígida de avellano, de unos ciento ochenta centímetros, a la que se le incrustaba una punta metálica en uno de sus extremos cuya función era tocar ligeramente en el cuello de uno de los dos animales que tiraban del carro. Si pinchabas al de la izquierda este se movía en esa dirección arrastrando al de la derecha mediante la fuerza que ejercía el yugo que les unía. Y viceversa. Una técnica arcaica pero eficaz.

En la  Venta de Aguasmestas  –donde se mezclan las aguas de los dos ríos-  se reunían antiguamente los hombres libres del Concejo de Omaña para tratar asuntos relacionados con el gobierno de la comarca, pero por aquellas fechas de mi primer viaje, la Venta se limitaba solo a ejercer de mesón y parada discrecional para el autocar de línea de la Empresa Fernández que unía León con Villablino. Así que, después de tomar algún tentempié y calentarnos al fuego de la Venta, esperamos  tranquilamente a que llegara nuestro próximo transporte, que aún tardaría algunas horas en pasar por allí.

Autocar de la Empresa Fernández, León
No hay más de 60 kilómetros desde la Venta hasta León, pero el autocar tenía que parar obligatoriamente en cada uno de los pueblos por donde pasaba, y siempre anochecía  antes de llegar a su destino. Ya en León, desde la cochera de autobuses en la calle Colón, hasta la estación del tren había un buen trecho. Recuerdo que antes de cruzar el puente sobre el río Bernesga, había que atravesar forzosamente la plaza de Guzmán, en la que se encontraba, sobre un pedestal, la estatua de Guzmán el Bueno que señalaba impertérrito hacia la salida más utilizada de la ciudad, como diciendo el que no esté contento en León, por allí se va a la estación. No recuerdo si aquel día monté en mi primer taxi para cubrir este trayecto, pero teníamos que llegar como fuera a la estación de tren y sacar el billete del expreso hacia Madrid, que salía a eso de las diez y media de la noche.

Creo que la mayor parte del viaje la hice durmiendo, y aunque es posible que me sobresaltara al detenernos en Sahagún, Paredes de Nava, Palencia, Venta de Baños,  Valladolid, Medina del Campo, Arévalo o Ávila…  ahora no estoy muy seguro de  ello. El caso es que ya de amanecida, a eso de las ocho de la mañana, llegamos a la Estación del Norte de Madrid, donde seguía haciendo mucho frío, y por el camino a mi primera casa a bordo de un flamante taxi de la capital,
Taxi de Madrid años 50
advertí enseguida que en la orilla derecha del río Manzanares en dirección al Puente de Toledo, no había chopos ni salgueiros, ni brezos ni retamas ni escobas… y un olor muy distinto se dejaba sentir en aquellos tiempos. La gran ciudad, en la que iba a fijar mí residencia para siempre, me recibía con su inmisericorde indiferencia, y fue aquello lo que me hizo comprender el significado de la palabra nostalgia. Este no era un viaje cualquiera.

Era el primer viaje de mi vida.

Con los años, he recorrido medio mundo viajando, unas veces por placer y otras por trabajo. En ocasiones he disfrutado confortablemente del viaje y otras veces he sufrido algunas  calamidades, pero siempre me ha guiado la necesidad de conocer nuevos sitios y nuevas gentes. Es cierto que por norma solemos olvidar los malos momentos, pero lo que nos queda siempre grabado en el recuerdo de tantos viajes son aquellos instantes, a veces fugaces,  que nos hicieron sentirnos felices, tal vez contemplando la majestuosidad de una puesta de sol, la transparencia de un cielo nocturno repleto de estrellas o un esplendoroso amanecer en compañía de un ser querido.  En mi primer viaje no pude disfrutar de estas sensaciones, sin embargo,  no he vuelto jamás a sentirme tan protegido y mimado como entonces.

Por cierto, hablando de recuerdos,  acabo de darme cuenta  que este fue, en realidad, mi segundo viaje, no el primero. El primer viaje lo realicé, posiblemente, unos dos meses antes, exactamente por el mismo trayecto, pero en sentido contrario y, aunque parezca mentira, aún de forma más confortable, pues en esta ocasión utilicé como vehículo de transporte el vientre de mi madre. Es curioso, pero de este viaje de ida, no recuerdo absolutamente nada de nada... serán los años.

viernes, 3 de mayo de 2013

Tabletas, la era Post-PC

Steve Jobs enseña al mundo el iPad
Cuando el 27 de enero de 2010 Steve Jobs anunció por primera vez el iPad, dijo que había nacido la era Post-PC. Su declaración no fue tomada muy en serio por la gran mayoría de los especialistas escépticos que veían al iPad como un artilugio sin mucho sentido y fuera de cualquier segmento del mercado de ordenadores conocido. Nadie creyó entonces que un dispositivo como el iPad tuviera algún éxito de ventas y fue tachado de gadget inútil porque según decían "no aportaba nada nuevo". Algunos "espabilados" dijeron incluso que se trataba de un iPhone gigante y contaban chistes imaginando a los frikis tecnológicos con un iPad pegado a la oreja.

Steve Ballmer, CEO de Microsoft, lo criticó duramente diciendo que "no es un portátil táctil y la gente tiende a usarlo como tal". Bill Gates, fundador de Microsoft, comentó que el iPad no había sido revolucionario, como lo fue el iPhone. “Se trata de un lector que está muy bien, pero no veo nada en el iPad que me haga mirarlo y pensar: ojalá Microsoft hubiera hecho esto".

Eric Schmidt, CEO de Google en aquella épocacomentaba que necesitaba que le contasen la diferencia entre un teléfono grande y una tableta. El presidente de Nintendo, Satoru Iwata, dijo que "el iPad es un iPod Touch grande”. Jim Balsillie, fundador de BlackBerry decía que el iPad fracasaría por el hecho de no tener soporte de tecnología Flash, “los consumidores se están cansando de que Apple les diga lo que tienen que hacer”, afirmó.

Sin embargo, a pesar de la mala prensa y las criticas de la competencia, el iPad de Apple tuvo, ha tenido y tiene un impresionante éxito de ventas en todo el mundo, siendo en este momento el líder del mercado de las tabletas digitales. Solo en 2010 se vendieron 14 millones de iPad mientras que en 2011 se superó la cifra de 65 millones de unidades. En 2012, solo en un fin de semana, cuando se presentó la tercera generación de iPad, Apple vendió el equivalente a un cuarto de todas las tabletas Android vendidas mundialmente.

Steve Jobs, el gran visionario que previamente había revolucionado el mundo de la telefonía con el iPhone,  su tienda musical iTunes y la AppStore con aplicaciones para el iPod y el propio iPhone, volvió a dar en el clavo creando un dispositivo que hasta la presentación del iPad nadie imaginaba que hiciera falta para algo. Jobs consiguió convencernos de la necesidad de disponer de una tableta, una necesidad que antes no existía. Cuando salió el primer iPad, los grandes fabricantes de ordenadores trataban de introducir en el mercado una nueva gama de portátiles llamados unas veces notebook, otras netbooks y otras ultrabook,  que parecían ideales a efectos de movilidad por su cada vez más reducido peso y tamaño, aún a costa de sacrificar capacidades y prestaciones. Este nuevo tipo de mini portátil perdió todo su empuje en cuanto apareció el iPad, con una autonomía de 10 horas, un peso mucho más ligero, una pantalla y teclado táctil y una construcción de alta calidad estilo Apple. Para consultar el correo, leer revistas o periódicos, ver películas, fotos, jugar, navegar por internet, escuchar música y demás funciones habituales del día a día, la tableta táctil de Apple no tenía enemigo que pudiera hacerle sombra.

La competencia no sabía como reaccionar y para cuando quiso hacerlo ya era muy tarde, el mercado estaba saturado de tabletas táctiles de Apple. Aquellos que criticaron tan duramente el nuevo invento de Steve Jobs, tuvieron que tragarse sus palabras y apresurarse a lanzar dispositivos basados en la misma tecnología del iPad, algo parecido a lo que se vieron obligados a realizar cuando Apple puso a disposición del mundo su flamante iPhone.

Bajo el sistema operativo Android, propiedad de Google, muchos fabricantes comenzaron a lanzar tabletas de distintos tamaños con más o menos fortuna en el mercado. Pero adolecían de un importante defecto, la falta de aplicaciones atractivas para el consumidor. No había suficientes desarrolladores que estuvieran interesados en realizar programas para Android, mientras que para iOS, el sistema operativo de Apple abundaban, algo lógico teniendo en cuenta la gran diferencia en la dimensión de ambos mercados.

Philip Schiller muestra el nuevo iPad Mini
Con todo, el consumidor normal, sin grandes pretensiones y poca capacidad económica agravada por la crisis de los últimos años, poco a poco ha ido ajustando las diferencias adquiriendo las tabletas más baratas, algo que obligó a Apple a lanzar el 23 de octubre de 2012, el iPad Mini, una tableta más pequeña y más asequible, que ha vuelto a batir récords de ventas. Fue una decisión que Apple tuvo que tomar en contra de la promesa que en su día hizo Steve Jobs de no reducir el tamaño de "su" iPad.

Microsoft, el gran gigante de la informática, nunca ha sido un gran fabricante de hardware, si exceptuamos la consola de juegos Xbox, diferentes webcams, ratones y teclados. Desde su fundación el 4 de abril de 1975 por Bill Gates y Paul Allen su especialidad ha sido el software, principalmente sistemas operativos y programas ofimáticos. Su sistema operativo Windows, lanzado el 20 de noviembre de 1985 ha sido desde entonces el número uno de esta especialidad, en sus diferentes versiones se puede decir que el 90% de los ordenadores a nivel mundial utilizan actualmente Windows, algo que ha servido a Bill Gates, actual presidente honorífico de la compañía, para figurar durante muchos años como el hombre más rico del mundo. El imperio de Microsoft está soportado por los ordenadores convencionales "de toda la vida", tanto servidores, como portátiles, PCs de escritorio y algunos, muy pocos, teléfonos inteligentes. Si el mercado del Post-PC, del que se burlaron cuando en su día lo anunció Steve Jobs sigue adelante al ritmo actual en el que se están vendiendo ya más tabletas que ordenadores, el imperio de Windows puede peligrar. Para evitarlo, Microsoft ha decidido volcar todos sus recursos en una nueva versión de su sistema operativo, Windows 8,  que sea compatible tanto con dispositivos móviles como el resto de ordenadores, y que además soporte una pantalla táctil a modo de tableta. Para demostrar las nuevas capacidades y prestaciones de Windows 8, Microsoft se ha embarcado en una importante empresa, crear una tableta táctil que funcione con su nuevo sistema, la Surface.
Tableta Surface con teclado adicional
La tableta de Microsoft dispone de dos versiones muy diferentes en cuanto a posibilidades y prestaciones.
  • Surface RT, es la más básica y la más económica. Es una tableta concebida fundamentalmente para ver contenidos y aunque se entrega con la aplicación Microsoft Office Hogar instalada, no se puede considerar que también sirva para crear contenidos, una filosofía que comparte, en cierto modo, con el iPad, la tableta de Apple. La desventaja de esta versión es que solo funciona con aplicaciones creadas especialmente para ella.
  • Surface Pro es la versión profesional, mucho más potente que la RT, con una excelente pantalla y un potente procesador que nada tiene que envidiar a muchos portátiles. El problema es su mayor precio, mayor peso, poca memoria disponible para ejecutar aplicaciones y escasa capacidad de almacenamiento así como poca autonomía. Sin embargo, la gran ventaja de la Surface Pro es su compatibilidad con la anterior versión de Windows 7, por lo que las miles de aplicaciones diseñadas para la versión 7 podrán correr sin problemas en esta tableta. Esto no es una nimiedad, pues disponer de una tableta en la que funcionen las mismas aplicaciones que usamos en nuestro ordenador de sobremesa es algo impagable. Hasta ahora, los usuarios de Windows tenían que transportar siempre un ordenador portátil,  mucho más pesado, si querían disfrutar fuera de casa o la oficina de esta ventaja.
Windows 8 ha supuesto un gran avance para los clientes de Microsoft. Muchos fabricantes, apoyados en este nuevo sistema operativo táctil, han decidido lanzar productos compatibles, como ordenadores portátiles  provistos de pantallas táctiles, tabletas y una nueva clase de engendros híbridos entre el portátil y la tableta.

Tableta WT310 de Toshiba
La era Post-PC se está empezando a afianzar gracias a la imaginación de Steve Jobs y es muy posible que dentro de unos cuantos años, los PCs de sobremesa, tal y como los conocemos ahora desaparezcan de la mayoría de hogares, algo que ya estaba ocurriendo con los portátiles, y sean sustituidos por tabletas.